20 de diciembre de 2017

IDA VITALE





Forma parte de la cuarta generación de emigrantes italianos en Uruguay, donde se formó en el seno de una familia considerada culta y cosmopolita. En su infancia -recuerda a los 95 años- a su casa llegaban todos los días cuatro diarios que contenían sus respectivas páginas culturales, en las que era "normal" que se incluyeran poemas.
Estudió Humanidades en Uruguay y ejerció la profesión docente. Colaboró en el semanario Marcha; entre 1962 y 1964 dirigió la página literaria del diario uruguayo Época. Fue codirectora de la revista Clinamen e integró la dirección de la revista Maldoror

Empujada por la dictadura cívico-militar de Uruguay (1973-1985) se exilió a México en 1974 y, tras conocer a Octavio Paz, este la introdujo en el comité asesor de la revista Vuelta. Además participó en la fundación del periódico Uno Más Uno y continuó dedicada a la enseñanza, impartiendo un seminario en El Colegio de México. Amplió su obra cultivando el ensayo y la crítica literaria (que ejerció en El País, Marcha, Época, Jaque y, entre otras, en las revistas Clinamen, Asir, Maldoror, Crisis de Buenos Aires, Eco de Bogotá; Vuelta y Unomásuno, de México; El pez y la serpiente de Nicaragua...) Tradujo libros para el Fondo de Cultura Económica; impartió conferencias y lecturas, participó en jurados y colaboró en numerosos diarios. 

Regresó a Uruguay en 1984 donde dirigió la página cultural del semanario Jaque. "Dejamos México (con Fierro) cuando acá volvía la democracia y creíamos que era nuestra obligación volver", afirmó Vitale, quien permaneció solo un par de años en Uruguay y luego volvió a emigrar, aunque esta vez a Estados Unidos.

En 1989 se instaló en Austin (Texas) junto a su segundo marido, el también poeta Enrique Fierro, viajando esporádicamente a Montevideo. Fue nombrada doctora honoris causa por la Universidad de la República en 2010. En Texas permaneció 30 años hasta que en 2016 enviudó y decidió regresar a Montevideo donde reside en la actualidad.
En 2018 recibió el Premio Cervantes, siendo el acto de entrega el 23 de abril de 2019 en la Universidad de Alcalá. En 2019 publicó sus memorias Shakespeare Palace. Mosaicos de mi vida en México.
Fue declarada Ciudadana Ilustre de Montevideo al cierre de la 42ª edición de la Feria Internacional del Libro, el 13 de octubre de 2019.
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Estar solo
Un desventurado estar solo,
un venturoso al borde de uno mismo.
¿Qué menos? ¿Qué más sufres?
¿Qué rosa pides, sólo olor y rosa,
sólo tacto sutil, color y rosa,
sin ardua espina?



Mariposa, poema
 En el aire estaba                                                                   
impreciso, tenue, el poema.
Imprecisa también
llegó la mariposa nocturna,
ni hermosa ni agorera,
a perderse entre biombos de papeles.
La deshilada, débil cinta de palabras
se disipó con ella.
¿Volverán ambas?
Quizás, en un momento de la noche,
cuando ya no quiera escribir
algo más agorero acaso
que esa escondida mariposa
que evita la luz, como las Dichas.
  



Foto:Lulu Pujols
De un fulgor a otro 
Quizás no se deba ir más lejos.
Aventurarse quizás apenas sea
desventurarse más,
alejarse un atroz infinito
del sueño al que accedemos
para irisar la vida,
como el juego de luces que encendía,
en la infancia,
el prisma de cristal,
el lago de tristeza, ciertas islas.
Sí, entre biseles citados los colores,
un fulgor anidaba sobre otro
-seda y deslumbramiento
el margen del espejo-
y aquello también era un espectro,
sabido, exacto. Centelleos ajenos
en un mundo apagado.
Como un canto sin un cuerpo visible,
un reflejo del sol creaba
una cascada un río una floresta

entre paredes áridas. 
Sí, no vayamos más lejos, quedemos junto al 
pájaro humilde que tiene nido entre la buganvilia 
y de cerca vigila. Más allá sé que empieza lo sórdido,
la codicia, el estrago.

         
Foto:Lulu Pujols

Residua   
Corta la vida o larga, todo
lo que vivimos se reduce
a un gris residuo en la memoria.

De los antiguos viajes quedan
las enigmáticas monedas
que pretenden valores falsos.

De la memoria sólo sube
un vago polvo y un perfume.

¿Acaso sea la poesía?


Foto:Lulu Pujols

Aclimatación
Primero te retraes,
te agostas,
pierdes alma en lo seco,
en lo que no comprendes,
intentas llegar al agua de la vida,
alumbrar una membrana mínima,
una hoja pequeña.
No soñar flores.
El aire te sofoca.
Sientes la arena
reinar en la mañana,
morir lo verde,
subir árido oro.

Pero, aún sin ella saberlo,
desde algún borde
una voz compadece, te moja
breve, dichosamente,
como cuando rozas
una rama de pino baja
ya concluida la lluvia.


Foto:Lulu Pujols


Exilios
Están aquí y allá: de paso,
en ningún lado.
Cada horizonte: donde un ascua atrae.
Podrían ir hacia cualquier fisura.
No hay brújula ni voces.

Cruzan desiertos que el bravo sol
o que la helada queman
y campos infinitos sin el límite
que los Vuelve reales,
que los haría de solidez y pasto.

La mirada se acuesta como un perro,
sin siquiera el recurso de mover una cola.
La mirada se acuesta o retrocede,
se pulveriza por el aire
si nadie la devuelve.
No regresa a la sangre ni alcanza
a quien debiera.

Se disuelve, tan solo.


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